10.3.10

Misa Crismal

El martes 30 de marzo celebraremos la Misa Crismal de este año en la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, El Progreso, Jutiapa. Será una fiesta del sacerdocio ministerial dentro de todo el pueblo sacerdotal. Será la ocasión para que toda la diócesis se haga presente con sus representaciones parroquiales en este lugar, además, tendremos la oportunidad ese día - y esto con carácter especial- de hacer el envío misionero para las Santas Misiones Populares, entregando el tríptico que obsequió el Papa Benedicto XVI a los obispos en Aparecida, y cuya réplica en pequeño peregrinará en todas las parroquias y sus aldeas y caseríos.

La celebración provoca preguntas. Con este artículo quisiera responder a algunas de ellas. Esta es una buena ocasión para que deseemos saber algo más sobre la Misa Crismal. Es la razón por la cual me han invitado a escribir. También pongo mi correo electrónico por si surgieran otras preguntas que puedo responder personalmente.

El nombre

Esta celebración toma este nombre porque en ella se bendicen con oraciones que acentúan el carácter sacramental de la Iglesia como sacramento global de Cristo los santos aceites que sirven en la administración de los sacramentos, entre los cuales está el crisma, que es el más importante, de los tres que no es bendecido sino consagrado con una oración y signos particulares.

Cuándo y dónde se celebra

Esta misa debería celebrarse el Jueves Santo en la catedral. Es su día y lugar propio; se debería celebrar en la mañana porque en la tarde hay otra celebración que se llama “Misa en la cena del Señor”, centrada en la Eucaristía, el amor fraterno, donde tiene un lugar especial el lavatorio de los pies. Pero por las dificultades de reunir a los sacerdotes el Jueves Santo en la mañana, se puede celebrar antes, como lo hacemos nosotros, pero de tal manera que se vea la cercanía con el Jueves Santo, porque de él saca todo su significado: los sacramentos de la Iglesia tienen su eficacia de salvación de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo y de la fuerza que reciben del Espíritu Santo. Los óleos bendecidos este día, se usarán para la administración de los sacramentos la noche de la Vigilia Pascual.

Su importancia

Característica de esta misa es que se reúnen el obispo y todo su presbiterio y debe haber una representación significativa de las parroquias. El misal en las notas introductorias a esta misa dice que “el obispo ha de ser tenido como el gran sacerdote de su grey, del cual deriva y depende en cierto modo, la vida de sus fieles en Cristo”. Sólo la lectura de este párrafo me hace temblar, por la gran responsabilidad que como obispo tengo de cara a mis hermanos y hermanas de toda la diócesis.

Signo de comunión diocesana

Pero encuentro alivio cuando pienso que la responsabilidad de la diócesis está compartida. Un bello signo es que en la consagración del crisma, todos los presbíteros extienden la mano derecha sobre el crisma, como testigos y cooperadores. De nuevo acudimos al misal romano: “La misa crismal, que (el obispo) concelebra con los presbíteros provenientes de la distintas regiones de la diócesis y en la que se consagra el santo crisma y bendice los restantes óleos, ha de ser tenida como una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo y como un signo de la unión estrecha de los presbíteros con él”. Este párrafo no necesita comentarios. Pero sí que todos los fieles de la diócesis caigan en la cuenta de la importancia que tiene este momento tanto para el obispo como para sus sacerdotes. Y, sobre todo, que oren por nosotros, por nuestra unidad, nuestra fraternidad, nuestra fidelidad a Cristo no sólo manifestadas externamente en un rito, que por muy bello que sea, pero vacío, si a eso no corresponde el amor sincero, afectivo, hecho de signos concretos de amor entre los presbíteros.

Su valor

La liturgia cristiana, según las notas del misal, ha aceptado el uso del AT en el que eran ungidos con el óleo de la consagración los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos prefiguraban a Cristo, cuyo nombre significa “el Ungido del Señor”. De ahí deriva también el nombre de “cristianos” igual a ungidos. El centro de la celebración es Cristo, ungido por el Espíritu Santo, por ello no ha de extrañarnos que dos de las tres lecturas tengan el mismo tema: uno tal como fue profetizado y otro, tal como se realizó plenamente en la historia. Lo maravilloso es ver que la grandeza de Cristo es comunicada toda ella a los cristianos, pueblo sacerdotal, y a los presbíteros además en la dimensión ministerial, pues sirven en el amor al pueblo de Dios.

Significado de los óleos

¿Cómo lo hacen suyo los cristianos? El Misal romano responde: Por el santo crisma que reciben en el bautismo, los cristianos, son injertados con Cristo en el misterio Pascual de su muerte, sepultura y resurrección, participando de su sacerdocio real y profético, y por la confirmación reciben la unción espiritual del Espíritu Santo.

“Con el óleo de los catecúmenos, quienes van a ser bautizados reciben la fuerza para que puedan renunciar al diablo y al pecado, antes de que se acerquen y renazcan de la fuente de la vida”, en el Bautismo.

El óleo de los enfermos cuyo uso atestigua Santiago, remedia las dolencias del alma y cuerpo de los enfermos, y les da fuerzas para que puedan soportar y vencer con fortaleza la enfermedad y además conseguir el perdón de los pecados.

La Misa Crismal hoy en nuestra Diócesis

Al celebrarse en las diferentes parroquias de la diócesis, los diferentes párrocos, siempre de acuerdo con el obispo, han ido dando cada vez más importancia a este acontecimiento eclesial, con iniciativas que hacen resaltar algún aspecto complementario. Por ejemplo, la importancia del sacerdote en la comunidad, el valor de tener a todo el presbiterio y representación de la diócesis en cada parroquia, la oración de las familias por su propio párroco y por otros sacerdotes, incluso, en la última parroquia, se promovió la oración permanente de las familias por los sacerdotes y en cierta forma las familias se comprometieron a orar por él en el futuro.

En esta ocasión tenemos dos hechos únicos, aunque coyunturales: a) la celebración del Año Sacerdotal que en un día como el de la Misa Crismal se podría resaltar con mayor énfasis, el compromiso de oración por los sacerdotes y el tema vocacional, pensando que los futuros sacerdotes deberán salir de las parroquias, concretamente de las familias que sean elegidas por Dios para que un hijo suyo pueda llegar a representar sacramentalmente a Jesucristo ante la comunidad. La parroquia Nuestra Señora de Lourdes es una de las más importantes de la diócesis y sin embargo aún tiene que caminar en este aspecto sacerdotal: ¿cuántos sacerdotes han nacido en esta parroquia? No quisiera compararla con mi humilde pueblo que tiene más de cincuenta y muchos jóvenes en el Seminario. ¿Cuántos seminaristas mayores tiene actualmente? ¿Qué hacer para un despertar vocacional en esta parroquia y para su sostenimiento?

b) El otro hecho único es el envío misionero para las Santas Misiones Populares que se hará al final de la misa crismal. ¿Qué compromiso misionero tendrá la parroquia en cuya sede se lanzan las Santas Misiones Populares (SMP) como forma de celebrar la Misión continental en Guatemala y concretamente en la diócesis de Jalapa? ¿Hay convicción y entusiasmo por las SMP?

Conviene también que los oleos ya bendecidos sean entregados al menos a los tres decanos y sean recibidos en las parroquias con algún signo adecuado, por ejemplo, entrarlos procesionalmente en una celebración eucarística como un don que expresa la comunión en la única fe y en el único Espíritu, y sean conservados en un lugar apropiado y digno en cada parroquia.

Desde ahora, imploro a Dios, Santa Trinidad, que bendiga a todas las personas que con mucha generosidad recibirán a los feligreses de las parroquias, presbíteros y obispo y que apoyarán de muy diversas maneras y acompañarán en la celebración de la misa crismal, el 30 de marzo. Mi saludo fraterno y agradecimiento a todos.

Jalapa, 8 de marzo de 2010.

+ Mons. Julio Cabrera Ovalle

OBISPO DE JALAPA

5.3.10

Anuncio Misal

MISA CRISMAL EN LA PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LOURDES DE EL PROGRESO JUTIAPA

La parroquia Nuestra Señora de Lourdes, de El Progreso Jutiapa, les hace la cordial invitación, para que este martes 30 de Marzo vivamos juntos:

La celebración de la Misa Crismal presidida por Mons. Julio Edgar Cabrera Ovalle y concelebrada por los presbíteros de la Diócesis de Jalapa, esta celebración es la expresión de la comunión que existe entre los sacerdotes y el obispo.

Es la fiesta de la fidelidad sacerdotal, es la renovación de una gozosa y total fidelidad a Dios, a la Iglesia y a los hombres.
Es la fiesta de la bendición de los óleos y la consagración del santo crisma, a través de los cuales seguirá construyendo la unidad Diocesana, el pueblo Santo de Dios, la iglesia.

Lugar: Santuario Nuestra Señora de Lourdes ( en construcción)
El Progreso Jutiapa.

Hora: 09:00 AM

NOTA:
Habrá servicio sanitario, llevar sombrilla, tendremos venta de agua pura y refrescos.
Y después de la Misa tendremos venta de comida por la comisión de Abastos.

NO FALTES
Y CONOCE EL SANTUARIO
TE INVITA LA PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2010



Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2010
Se ha publicado hoy el Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2010. El texto, fechado el 30 de octubre de 2009, lleva por título la siguiente afirmación de San Pablo en su Carta a los Romanos: "La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo". Sigue el documento íntegro en su versión española:"Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas. Este año quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmación paulina: La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo (cf. Rm 3,21-22).Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra "justicia", que en el lenguaje común implica "dar a cada uno lo suyo" - "dare cuique suum", según la famosa expresión de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clásica definición no aclara en realidad en qué consiste "lo suyo" que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son útiles y necesarios (es más, Jesús mismo se preocupó de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguía y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia "distributiva" no proporciona al ser humano todo "lo suyo" que le corresponde. Este, además del pan y más que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustín: si "la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios" (De Civitate Dei, XIX, 21)."El evangelista Marcos refiere las siguientes palabras de Jesús, que se sitúan en el debate de aquel tiempo sobre lo que es puro y lo que es impuro: "Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre... Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas" (Mc 7,15. 20-21). Más allá de la cuestión inmediata relativa a los alimentos, podemos ver en la reacción de los fariseos una tentación permanente del hombre: la de identificar el origen del mal en una causa exterior. Muchas de las ideologías modernas tienen, si nos fijamos bien, este presupuesto: dado que la injusticia viene "de fuera", para que reine la justicia es suficiente con eliminar las causas exteriores que impiden su puesta en práctica. Esta manera de pensar -advierte Jesús- es ingenua y miope. La injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas; tiene su origen en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa convivencia con el mal. Lo reconoce amargamente el salmista: "Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre" (Sal 51,7). Sí, el hombre es frágil a causa de un impulso profundo, que lo mortifica en la capacidad de entrar en comunión con el prójimo. Abierto por naturaleza al libre flujo del compartir, siente dentro de sí una extraña fuerza de gravedad que lo lleva a replegarse en sí mismo, a imponerse por encima de los demás y contra ellos: es el egoísmo, consecuencia de la culpa original. Adán y Eva, seducidos por la mentira de Satanás, aferrando el misterioso fruto en contra del mandamiento divino, sustituyeron la lógica del confiar en el Amor por la de la sospecha y la competición; la lógica del recibir, del esperar confiado los dones del Otro, por la lógica ansiosa del aferrar y del actuar por su cuenta (cf. Gn 3,1-6), experimentando como resultado un sentimiento de inquietud y de incertidumbre. ¿Cómo puede el hombre librarse de este impulso egoísta y abrirse al amor?En el corazón de la sabiduría de Israel encontramos un vínculo profundo entre la fe en el Dios que "levanta del polvo al desvalido" (Sal 113,7) y la justicia para con el prójimo. Lo expresa bien la misma palabra que en hebreo indica la virtud de la justicia: sedaqad,. En efecto, sedaqad significa, por una parte, aceptación plena de la voluntad del Dios de Israel; por otra, equidad con el prójimo (cf. Ex 20,12-17), en especial con el pobre, el forastero, el huérfano y la viuda (cf. Dt 10,18-19). Pero los dos significados están relacionados, porque dar al pobre, para el israelita, no es otra cosa que dar a Dios, que se ha apiadado de la miseria de su pueblo, lo que le debe. No es casualidad que el don de las tablas de la Ley a Moisés, en el monte Sinaí, suceda después del paso del Mar Rojo. Es decir, escuchar la Ley presupone la fe en el Dios que ha sido el primero en "escuchar el clamor" de su pueblo y "ha bajado para librarle de la mano de los egipcios" (cf. Ex 3,8). Dios está atento al grito del desdichado y como respuesta pide que se le escuche: pide justicia con el pobre (cf. Si 4,4-5.8-9), el forastero (cf. Ex 20,22), el esclavo (cf. Dt 15,12-18). Por lo tanto, para entrar en la justicia es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia. En otras palabras, es necesario un "éxodo" más profundo que el que Dios obró con Moisés, una liberación del corazón, que la palabra de la Ley, por sí sola, no tiene el poder de realizar. ¿Existe, pues, esperanza de justicia para el hombre?El anuncio cristiano responde positivamente a la sed de justicia del hombre, como afirma el Apóstol Pablo en la Carta a los Romanos: "Ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado... por la fe en Jesucristo, para todos los que creen, pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia (Rm 3,21-25).¿Cuál es, pues, la justicia de Cristo? Es, ante todo, la justicia que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sí mismo y a los demás. El hecho de que la "propiciación" tenga lugar en la "sangre" de Jesús significa que no son los sacrificios del hombre los que le libran del peso de las culpas, sino el gesto del amor de Dios que se abre hasta el extremo, hasta aceptar en sí mismo la "maldición" que corresponde al hombre, a fin de transmitirle en cambio la "bendición" que corresponde a Dios (cf. Ga 3,13-14). Pero esto suscita en seguida una objeción: ¿qué justicia existe dónde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe en cambio la bendición que corresponde al justo? Cada uno no recibe de este modo lo contrario de "lo suyo"? En realidad, aquí se manifiesta la justicia divina, profundamente distinta de la humana. Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante. Frente a la justicia de la Cruz, el hombre se puede rebelar, porque pone de manifiesto que el hombre no es un ser autárquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.Se entiende, entonces, como la fe no es un hecho natural, cómodo, obvio: hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo "mío", para darme gratuitamente lo "suyo". Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Gracias a la acción de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia "más grande", que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar.Precisamente por la fuerza de esta experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a la formación de sociedades justas, donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de hombres y donde la justicia sea vivificada por el amor.Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma culmina en el Triduo Pascual, en el que este año volveremos a celebrar la justicia divina, que es plenitud de caridad, de don y de salvación. Que este tiempo penitencial sea para todos los cristianos un tiempo de auténtica conversión y de intenso conocimiento del misterio de Cristo, que vino para cumplir toda justicia. Con estos sentimientos, os imparto a todos de corazón la bendición apostólica".

La Misa Crismal


Una vez al año tiene ocasión la celebración de la Misa Crismal. Sus orígenes son bastante remotos. Nació junto a la Iglesia. Por que su origen son los mismos sacramentos, instituidos ya por Jesucristo durante su vida pública, y heredada por los apóstoles y sus sucesores, los obispos.


Este año corresponde a nuestra parroquia dicho acontecimiento. Y se da en un contexto eclesial muy interesante. Estamos en un adviento diocesano: puesto que esperamos la erección canónica de la diócesis de Jutiapa. En un año dedicado a la oración por los sacerdotes; y en esta eucaristía los sacerdotes de la diócesis renuevan promesas ministeriales. Luego también, en los inicios de la renovación eclesial de las Santas Misiones Populares. Y por qué no mencionar también el escenario de dicho acontecimiento nuestro santuario, fruto del amor, devoción y agradecimiento de esta parroquia a la Madre del Señor. Todo amor puro y sincero se manifiesta de modo concreto, no es solo sentimiento sino se hace vida. Y nuestra parroquia lleva muy profundo el amor a la Inmaculada; el respeto y ayuda sincera a quien sufre, en el cuerpo o en el alma, y el deseo de poner a los pies de María nuestra oración y nuestra esperanza. Hermanos y hermanas: no nos pudo dar el Señor un don más grande que este.



La misa Crismal que celebra el obispo con todos los presbíteros de la diócesis, es una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del Obispo y como signo de la unión estrecha de los presbíteros con él. En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los oleos de los catecúmenos y de los enfermos. El santo Crisma, es decir el óleo perfumado que representa al mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con sus carismas el día de nuestro bautizo y de nuestra Confirmación y en la ordenación de los diáconos, sacerdotes y obispos. La palabra crisma proviene de latín: chrisma, que significa unción. Así se llama ahora al aceite y bálsamo mezclados que el obispo consagra este Jueves Santo por la mañana para ungir a los nuevos bautizados y signar a los confirmados. También son ungidos los obispos y los sacerdotes en el día de su ordenación sacramental. La liturgia cristiana ha aceptado el uso del Antiguo Testamento, en el que eran ungidos con el óleo de la consagración, los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos prefiguraban a Cristo, cuyo nombre significa “ El ungido del Señor” El crisma se hace de aceite y aromas o materia olorosa para significar “ el buen olor de Cristo” que deben despedir los bautizados. Con el óleo de los catecúmenos se extiende el efecto de los exorcismos, pues los bautizados se vigorizan, reciben la fuerza divina del Espíritu Santo, para que puedan renunciar al mal, antes de que renazcan de la fuente de la vida en el bautizo. Este aceite es un jugo untuoso de color verde amarillento que se extrae del olivo o de otras plantas. El óleo de los enfermos, cuyo uso atestigua el apóstol Santiago, remedia las dolencias de alma y cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el vigor y la fuera del Espíritu Santo. Con este óleo es Espíritu Santo vivifica y transforma nuestra enfermedad y nuestra muerte en sacrificio salvador como el de Jesús.

El Aumento De Los Católicos Es Superior Al Aumento De La Población Mundial

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 febrero 2010 (ZENIT.org).- El porcentaje del número de los católicos en el mundo está aumentado algo más que el resto de la población según muestra Anuario Pontificio 2010, presentado este sábado a Benedicto XVI.
El volumen tiene en cuenta los datos relativos al año 2008, en el que los fieles bautizados, en todo el planeta, pasaron de casi 1.147 millones a 1.166 millones, con un incremento absoluto de 19 millones de fieles: el 1,7% .
Según la evolución de la población mundial, en ese mismo año, se han pasado de 6,62 mil millones a 6,70 mil millones; por tanto, el porcentaje de católicos a nivel mundial ha aumentado ligeramente: del 17,33% al 17,40% .
Según el Anuario Pontificio, en el mundo aumenta en torno al 1% el número de sacerdotes, tanto diocesanos como religiosos.
Los sacerdotes han aumentado en los últimos nueve años: de 405.178 en 2000 a 409.166 en 2008. Según su distribución, el 47,1% de los sacerdotes del mundo están en Europa; el 30% en América; el 13,2% en Asia, el 8,7% en África, y el 1,2% en Oceanía.
El descenso del número de sacerdotes en Europa ha hecho que su porcentaje a nivel mundial disminuya: en 2000, el clero del viejo continente constituía el 51,5%, mientras que ahora constituye el 47,1%.
Según el anuario, las religiosas profesas son hoy 739.067, mientras que en el año 2000 eran 801.185 (una disminución del 7,8% ). La mayoría de las religiosas se encuentran en Europa (40,9% ), seguidas de América (27,5%). El descenso del número de religiosas no ha afectado a África, donde en ese período han aumentado en un 21,2%, ni a Asia, donde el aumento ha sido del 16,4%.
Aumenta el número de seminaristas: de 115.919 en 2007 a 117.024 en 2008. En total, en el bienio se ha observado un incremento de aproximadamente el 1% . El aumento ha tenido lugar en África (3,6% ), Asia (4,4% ) y Oceanía (6,5% ); mientras que en Europa disminuyen los candidatos al sacerdocio (menos 4,3%). En América el número de los candidatos al sacerdocio ha permanecido casi invariable.

Diez Formas De Dar Gracias Por Los Sacerdotes

MADRID, domingo, 21 febrero 2010 (ZENIT.org).- Con motivo de la celebración del Día del Seminario, el 19 de marzo, la Conferencia Episcopal Española (http://www.conferenciaepiscopal.es) ha publicado a manera de subsidio un decálogo en el que presenta diez formas de dar las gracias por los sacerdotes.
"Todos estamos comprometidos en la ayuda y renovación de los sacerdotes, estar cerca de ellos, colaborar, interesarse por el seminario", explica el documento.
Por eso ofrece "algunas sugerencias para celebrar en las parroquias, en las comunidades cristianas, en los grupos o movimientos eclesiales este Año Sacerdotal, desarrollando algunas de estas actividades que, movidas por el amor y la fe en el misterio sacramental que es la vida de cada sacerdote, podrían estar presentes hasta que finalice en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús".

Publicamos las "Sugerencias para dar las gracias por nuestros curas".


Decálogo
1.Celebrar el día del párroco, con el título «Los sacerdotes de mi parroquia». Se podría tener una celebración eucarística, a la que se invitaría a todos los sacerdotes vivos que han pasado por una misma parroquia en la que han ejercido su sacerdocio. Un detalle también significativo sería el poder elaborar un mural con las fotografías de esos sacerdotes, ordenadas de forma cronológica (los años que han estado sirviendo a la parroquia), así como la tarea de recabar una breve biografía de cada uno de ellos.
2.Las parroquias podrían también tener un recuerdo para con las vocaciones sacerdotales que han nacido en el seno de esa comunidad. Idear y concretar una fecha en la que se puedan reunir todos sería un buen testimonio.
3.Organizar una visita a las casas-residencias sacerdotales que la diócesis tenga. Quizá estamos más acostumbrados a ese otro tipo de residencias más genéricas donde viven nuestros mayores, bien sean familiares o paisanos. Existen también casas-residencias donde los sacerdotes jubilados son atendidos en esta etapa dorada de sus vidas. Seguro que agradecen este tipo de detalles, máxime en este año.
4.Organizar una peregrinación al seminario diocesano. Es necesario que las comunidades cristianas conozcan de primera mano el lugar donde los jóvenes se forman para ser en un futuro sacerdotes. Los seminarios están capacitados para llevar a cabo este tipo de acogidas de grupos, comunidades y parroquias que se acerquen al lugar signo de la vocación en la diócesis.
Se podrían declarar «a modo de templos jubilares» las capillas de los seminarios diocesanos e invitar a que los fieles peregrinen corporativamente a ellos, rogando por los sacerdotes y las vocaciones al sacerdocio. Todo ello complementado con los sacramentos de la confesión y comunión, y la oración por las intenciones del Papa.
5.En la Misa dominical no debería faltar una petición por los sacerdotes y las vocaciones al sacerdocio en la oración de los fieles.
6.Revivir y extender la práctica de los «jueves eucarísticos» mediante la prolongación de la acción de gracias después de la comunión con la adoración del Santísimo Sacramento, expuesto en la custodia, y recitar la oración aprobada para este Año Sacerdotal.
7.Resaltar y cuidar la celebración del Jueves Santo, «día eminentemente sacerdotal». También, poder participar de la Misa Crismal, uniéndose en oración a los sacerdotes que en ese día renuevan, junto con el obispo diocesano, sus promesas sacerdotales.
8.Conocer a los candidatos que van a ordenarse en este año.
9.Programar actividades catequéticas y pastorales que ahonden en la figura del sacerdote por medio de talleres de lecturas (biografías de sacerdotes ejemplares y santos) o la práctica del cine fórum (recomendamos la web http://www.cineyvocacion.org, en donde hay una sección de películas relacionadas con el Año Sacerdotal).
10.Con los diferentes movimientos familiares, de profundización en la fe, grupos y comunidades se puede reflexionar sobre el papel de los sacerdotes en su función de «consiliarios espirituales» y el servicio ministerial que prestan en su labor de acompañamiento y sostenimiento para que el grupo crezca humana y cristianamente.

Confesarse

Confesarse

Autor: Mons. J. Ignacio Munilla
El tiempo de Cuaresma comenzó con una llamada a la conversión, y la Iglesia nos recuerda la importancia y la necesidad de acudir al sacramento de la Confesión, especialmente en estas fechas previas a la Semana Santa.
Sin embargo, parece evidente que la práctica de este sacramento -conocido indistintamente como sacramento de la Penitencia, de la Reconciliación, del Perdón o simplemente, de la Confesión- sufre una notable crisis. Por ello, es necesario que recuperemos este tesoro de gracia, expresado en el mismo Credo: «Creo en el perdón de los pecados».
1º.- De la pereza a las dudas: Una buena parte de los fieles que se han alejado de este sacramento, no lo han hecho por un rechazo a la fe católica, sino simplemente arrastrados por el mal de la pereza y por la ley del mínimo esfuerzo. Es indudable que el sacramento de la Penitencia requiere un esfuerzo notable, y que a algunas personas les puede exigir altas dosis de vencimiento propio. Pero claro, quien cede a la pereza, tarde o temprano, se hace vulnerable a las dudas de fe: se empieza por entonar el célebre "yo me confieso con Dios", dejando en el olvido la afirmación bíblica de que «Dios confió a los apóstoles el ministerio de la reconciliación» (2 Cor 5,18), para terminar por decir aquello de "yo no hago mal a nadie... no tengo pecados", contradiciendo las palabras de Cristo: «El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra» (Jn 8,7).
2º.- Sensibilidad moderna: Más allá de la pereza, algunos piensan que la sensibilidad moderna chirría ante la confesión de los pecados a un ministro mediador. Sin embargo, deberíamos atrevernos a cuestionar el presupuesto de partida: ¿es cierto que la sensibilidad moderna es reacia a la confesión particular de los pecados? Hay a nuestro alrededor muchos síntomas que invitan a cuestionarlo. No me refiero únicamente al aumento de pacientes en las consultas de los psicólogos, inversamente proporcional al descenso de la confesión. Ahí tenemos también la proliferación de los "reality shows" radiofónicos y televisivos, en los que los "penitentes" reconocen ante millones de espectadores sus "pecados" con sus rostros distorsionados por el zoom televisivo, como si de una discreta rejilla de confesionario se tratase.
3º.- Abusos en las celebraciones comunitarias: Por los motivos aducidos, tanto los fieles como los sacerdotes, podemos tener la tentación de cometer o de permitir determinadas infidelidades en la disciplina de este sacramento. Por ejemplo, ¿qué sentido tiene una celebración comunitaria de la Penitencia, en la que los fieles se limitan a confesar de forma genérica «soy pecador», o «perdón, Señor», sin necesidad de concretar sus propios pecados? La declaración de los pecados personales ante el sacerdote, es una parte esencial del sacramento de la Reconciliación. Baste entender las siguientes palabras del Evangelio de San Juan: «A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20, 23). Es decir, el sacerdote que administra este sacramento, no puede ni debe hacerlo de una forma automática, ya que su tarea consiste en discernir si existe el debido arrepentimiento en el penitente, intentando suscitar en él una verdadera contrición, de forma que así puedan darse las condiciones para «perdonar» los pecados en nombre de Cristo, o «retenerlos», en su caso. Lógicamente, para poder realizar ese discernimiento, es necesaria la manifestación de las faltas al confesor.
4º.- Confesiones rutinarias y desesperanza: Una celebración correcta del sacramento de la Penitencia no depende exclusivamente de la manifestación íntegra de nuestros pecados. Quienes nos confesamos con frecuencia, debemos tener en cuenta que existe el peligro de caer en la rutina y en la superficialidad. Los penitentes hemos de procurar con responsabilidad, que nuestra confesión sea un encuentro personal con Jesucristo, quien nos consuela en nuestras debilidades, al mismo tiempo que fortalece nuestra esperanza en el inicio de una vida nueva. Los penitentes habituales podemos ser tentados también por el cansancio y hasta por la desesperanza, cuando a veces no percibimos un avance en la reforma de nuestra vida moral. Nos puede dar la sensación de que siempre caemos en los mismos pecados y de que estamos encadenados en una espiral de caídas y peticiones de perdón, sin progresos constatables. Sin embargo, la única manera de permanecer fieles a la llamada a la conversión, es continuar fieles en el camino penitencial, «sin perder la paz, pero sin hacer las paces». Es decir, sin perder la paz interior, por que no avanzamos como sería nuestra deseo; al mismo tiempo que nos resistimos a pactar con nuestro pecado, sin rebajar el ideal de la santidad al que estamos llamados. Decía un autor espiritual que el cristianismo no es tanto de los perfectos, como de aquellos que no se cansan nunca de estar empezando siempre. Los cristianos que nos acercamos a recibir el perdón en estos días, estamos llamados a ser testigos de la Misericordia de Dios. La alegría del perdón es el mejor testimonio de fe y de esperanza ante nuestros hermanos. De forma similar a como San Agustín escribió un libro autobiográfico con el título de «Confesiones», en el que cuenta la conversión de su vida pecadora, para proclamar ante el mundo la bondad de Dios; así también nosotros, al «confesar» nuestros pecados, «confesamos» el Amor de Dios.
De la Arquidiócesis de Monterrey.

1.3.10

ESCENARIO DEL SANTURARIO NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

ESCENARIO DEL SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
Este es el escenario en donde se han realizado eventos importantes en nuestra parroquia y que el 30 de Marzo de este año tambièn se estarà llevando a cabo la celebraciòn de la misa crismal, es por eso que hacemos la cordial invitaciòn a todos los hermanos y hermanas de la Diòcesis de Jalapa y lugares circunvecinos para que nos unamos y expresemos nuestra fe, viviendo todos juntos la misa crismal que estarà siendo presidida por Mons. Julio Cabrera y concelebrada por todos los presbiteros de la Diòcesis.
Es por eso que les invitamos a que nos puedan acompañar y conocer asì lo que ya està empezando a ser uno de los centro de convergencia a nivel de Diòcesis.
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FACHADA DEL SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LOURDES...Esta es la fachada del Santuario el cual, la parroquia Nuestra Señora de Lourdes de El Progreso Jutiapa esta construyendo con mucho esfuerzo si , pero con mucho amor y mucha dedicaciòn.
Hoy en este tiempo de Cuaresma hacemos la invitaciòn a todos los hermanos que amablemente estan leyendo este blog para que juntos vivamos con mucha fe le misa crismal que se realizarà en nuestra parroquia el 30 de Marzo del año en curso.
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